Te levantas un día y te das cuenta de que todo ha cambiado, ya no eres la niña que hasta ahora habías sido, no sabes que ha pasado para llegar a este punto pero ha ocurrido. Algo se apoderó de ti, te cambió, así, sin más, de la noche a la mañana, y
te das cuenta que no puedes volver atrás, has de evolucionar, porque al fin y al cabo es lo único que puedes hacer: avanzar. Avanzar para así poder hacer tu propio camino, un camino que no será fácil, pero será tu camino, el que tú poco a poco has conseguido construir, aunque para poder avanzar hayas tenido que retroceder y deshacer lo que una vez hiciste, aquello que de una forma u otra te ató, aquello que te detenía, olvidando así todo lo que no merece ocupar un espacio en tu mente, ni siquiera en tu corazón.
Son muchos los hechos que te definen, aunque de algunos te arrepientas,
pero como suelen decir: más vale arrepentirse de
lo que has hecho que de lo que no has hecho, y con esta filosofía
continuaré avanzando en mi camino, para que sea mi camino, con carácter propio, porque al fin y al cabo
eres la única que lo vas a disfrutar.